lunes, 10 de agosto de 2015

UBER, CONFLICTO NO TECNOLÓGICO

UBER, CONFLICTO NO TECNOLÓGICO
Germán Palomo García

Arrecia el conflicto entre taxistas (mejor propietarios de los grandes) y la aplicación Uber para servicio de transporte público, específicamente en taxis y de los amarillos. Sin querer, he seguido las distintas manifestaciones en muchos países contra esta innovación tecnológica y siempre se le ha hecho aparecer como una reacción a una innovación tecnológica calificada de natural por la consabida resistencia al cambio. Sin embargo, el tema no tiene nada que ver con tecnología sino con los intereses creados desde que a los taxistas los obligaron a pagar un cupo para poder trabajar, dinero que va a parar a bolsillos particulares y que, siempre es superior al precio del vehículo, algo inadmisible pero con la aceptación, por acción u omisión, del gobierno. ¿Qué explicación existe para que un conductor deba pagar por explotar un taxi, un valor superior a la inversión que debe hacer para adquirir el vehículo y, más grave aún, facilitar que un particular, no el Estado, se lucre con esta exigencia? ¿Si el uso de la aplicación Uber facilita su labor, por qué no utilizarla? La respuesta no tiene nada de tecnológica: Los que la están usando no están pagando los millones para obtener un cupo. De ahí que sean calificados como ilegales. En otras palabras, por lo menos en Colombia, la amenaza apunta a eliminar esta barrera de entrada absurda, algo que ya está ocurriendo en Bogotá. De ocurrir esto, es claro que quienes pagaron sus cupos perderán lo invertido porque nadie le va a reconocer más allá del valor del vehículo. Mientras la lucha se concentra en esta defensa hay pasos de animal grande y se estudia reducir, sino eliminar, el cupo y destinarlo, como ingreso fiscal.  Claro que perder esta inversión de muchos años golpearía a miles de trabajadores que aceptaron esta condición y que esperan recuperarla cuando se retiren. Pero, deben prepararse para lo peor o, por lo menos, para reducir sus expectativas de recuperación. Lo ocurrido en México, que acordó permitir la operación de Uber con el pago de un valor por cada carrera realizada, es un toque de alerta. Por supuesto que el tema no es fácil pues es una guerra de intereses de poderosos que lo son gracias a los cupos y por explotar a los taxistas que laboran sin la mínima seguridad social arropados por un supuesto contrato de arrendamiento del vehículo y no con un contrato de trabajo como realmente es. Ojalá se mejore la transparencia en este negocio con un enorme componente social.  

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