LA LEY DE GARANTÍAS
Germán
Palomo García
En
este país de la polarización, la politización y la controversia diaria por
infinidad de situaciones, de la que no se escapa ni el Papa por su anuncio de
visitar al país en 2016, el presidente Santos acaba de plantear una nueva:
Eliminar la hoy llamada Ley de Garantías. Aquí debo ir en defensa del
presidente ya que la existente Ley no ha
servido en ningún momento para garantizar transparencia electoral y sí
ocasionado pésimas decisiones en la contratación del Estado a todos los niveles
pues la premura para ejecutar el presupuesto de gastos e inversiones anticipa
los procedimientos sin mayor justificación de su destinación y, en todo caso,
no se quedan por fuera a los que se quiere ayudar pues son los primeros que
tienen todos los papeles en regla, las propuestas y cotizaciones para que se
cumplan los términos de la Ley de Garantías.
Los ejemplos de la inoperancia de la Ley actual abundan pero solo
mencionaré tres: ¿No se eligió presidente a Juan Manuel Santos, candidato del
presidente Alvaro Uribe Vélez, “respetando” la Ley de Garantías? ¿A nivel
territorial, “respetando” la Ley de Garantías, un alcalde de Campoalegre no
contribuyó a la elección de su esposa (o Ex esposa) como alcaldesa de dicho
municipio? ¿Los últimos tres alcaldes de Bogotá del Polo no se eligieron en
seguidilla con la Ley de Garantías a bordo?
Ya
se sabe que los dos días de mayor contratación pública son el fin de año y de
anterior a la vigencia de la Ley de Garantías. Definitivamente, “la calentura
no está en las sábanas” ni hay que vender el sofá para resolver la infidelidad
de la pareja. Este es un país excesivamente controlado por las llamadas “ÍAS”:
Contralorías, Fiscalía, Procuraduría. ¿Por qué no actúan? ¿Son parte del
problema como pensamos todos? Una pequeña anécdota propia: Hace 34 años como
contralor del departamento cedí recursos sobrantes para comprar un bus para la
banda departamental de músicos y apoyar a la Caja de Previsión Departamental
para pensionar a quienes lo esperaban desde hace rato. No esperaba nada pero
tampoco que fuera calificado de “pendejo” por no usar estos recursos para
llegar a la Cámara de Representantes. ¿Qué Tal?
La
solución es otra. Rigurosa aplicación de la Ley sin afectar el normal curso de
la gestión pública y educación, educación, educación así quememos otra
generación.