DE
HERENCIAS Y MERMELADAS
Germán Palomo García
Los resultados preliminares de la
jornada electoral del pasado domingo para la elección del nuevo Congreso son,
en su mayoría, desalentadores en cuanto a la esperada renovación política. Por
el contrario, en la justa de ayer se oficializaron algunas herencias que ya
venían, de alguna manera, ejerciéndose especialmente en los departamentos de la
Costa Atlántica, Boyacá, Antioquia y Santander. Lo grave no son las herencias sino
su procedencia pues la mayoría de sus forjadores están presos o inhabilitados o
afrontan investigaciones por parapolítica o son reconocidos receptores de
auxilios gubernamentales y otros cuestionamientos que le quitan transparencia a
estos relevos que, con seguridad, no serán tales pues, tras bambalinas, los
troncos familiares seguirán gobernando lo que equivale a decir que seguirán
ejerciendo su poder con los mismos resultados y, de paso, contaminando a sus
herederos que resultarán excelentes alumnos de unos malísimos maestros.
Otro resultado
lamentable fue la confirmación de que la mermelada repartida por el gobierno
funcionó empujando a los partidos de gobierno, al conservador y al liberal a
los primeros sitios; y en menor escala a Cambio Radical. Los casos mencionados
en los días anteriores a las elecciones sobre los famosos cupos indicativos se
tradujeron en importante caudal de votos pero también en un nuevo apelativo:
Los mermelados, que empiezan a ser señalados como beneficiarios de las viejas
formas de hacer política que se creían ya superadas. Estos dos hechos conducen
a una necesaria pregunta: Porqué nuestra sociedad se muestra tan insensible a estos
gravísimos comportamientos hasta el punto de continuar apoyando a quienes
resultan beneficiados con semejantes herencias o fundamentan su poder político en los recursos del Estado? Esto equivale a dar asiento en la sociedad
colombiana a quienes nos han esquilmado disponiendo de nuestros impuestos para
engrosar sus presupuestos personales. Por algo así el narcotráfico se entronizó
en el país porque sus protagonistas resultaron admirados como la mejor
expresión de la malicia indígena. Así, es poco lo que podemos esperar en una
sociedad que está urgida de cambios reales pero que hace muy poco por lograrlos
y mucho por mantener lo que nos aleja del bienestar así pregonemos que lo
buscamos.