POLÍTICA SOCIAL
PERVERSA
Germán Palomo García
A raíz de la información insistente
sobre los avances sociales y económicos del país durante el gobierno Santos que
resultan más una publicidad propia para apalancar su aspiración reeleccionista,
nada se ha dicho sobre el efecto del asistencialismo en la reducción de la
pobreza incrementado hace rato por los programas como Familias en Acción,
Familias Guardabosques, régimen subsidiado en el que se inscriben quienes no
cumplen con los requisitos para acceder a sus beneficios y otros que, si bien
trasladan ingresos a las familias beneficiarias, perpetúan la pobreza y la
convierten en un buen negocio. Sin duda, ser pobre resulta un buen negocio en
este país por los beneficios que se obtienen. Sin embargo, el invento no es
colombiano sino una política muy aplicada en nuestro concierto latinoamericano.
Precisamente, Inmediatamente tras asumir la Presidencia de Chile por segunda
vez, Michelle Bachelet anunció la primera de sus medidas: el envío al Congreso
del proyecto de ley que crea el "Aporte permanente de marzo, denominado
“Bono Marzo” y la restitución del “Bono Invierno", mecanismos
asistencialistas aplicados por todos los presidentes del país austral. Sin
embargo, vale decir que de los últimos cuatro presidentes (desde Ricardo Lagos
hasta el segundo periodo de la Bachelet) la actual presidenta es la que más
inversiones asistencialistas realizó en su primera presidencia: 407.907
millones de pesos chilenos (570.7 millones de dólares aprox.).
Esta iniciativa ha despertado de nuevo,
mucho resquemor en un país que muestra un importante éxito económico porque, al
igual que en Colombia, se ha demostrado que hay otras iniciativas mucho más
efectivas para atacar la pobreza y mejorar la calidad de vida sin crear una
dependencia perversa de los recursos públicos. A manera de ejemplo, la
capacitación laboral y los programas que facilitan el acceso de la mujer al
mercado laboral son mucho más eficientes sin generar esa dependencia
inconveniente.
Vale la pena entonces,
que en plena campaña se planteen propuestas que inviten a mejorar los niveles
de bienestar con mayor participación de todos y no señalando que algunos hagan
el esfuerzo mientras otros esperan que les reconozcan su condición de pobres.
Así resultará un mejor reto y con seguridad, un mejor resultado.