EL RIO MAGDALENA
Germán
Palomo García
Desde
el pasado mes de Noviembre el noticiero CM& está presentando otra serie de
crónicas del periodista Mauricio Gómez sobre el rio de la Patria, el Magdalena
que nace, precisamente, en nuestro suelo opita y que hoy es motivo de
controversia por su potencial energético del que muy poco se ha utilizado pero
suficiente para generar, no energía, sino polémicas no siempre objetivas y sí
mucho de sesgadas. Confieso que poco interés tenía de ver las crónicas del
periodista que se prestó para respaldar, con sus crónicas sobre las regalías,
sin ninguna duda premeditadas para crear el clima necesario para que el
gobierno nacional armara el escenario propicio para reformar el régimen de
regalías lo cual logró y que hoy el mismo Santos está modificando porque la
mermelada en toda la torta solo ha producido elefantes blancos más grandes con
diferentes protagonistas y en todo el país y no solo en las regiones
petroleras. Sin embargo, decidí seguirlas y me han parecido muy objetivas sobre
todo porque llevan al reconocimiento de que somos los huilenses los primeros
responsables de utilizar el Magdalena como una cloaca que recibe todas las
aguas servidas de una ciudad que hoy alberga a 400.000 habitantes y que aún
divagamos sobre cómo construir la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales,
PTAR, una necesidad que desde la primera presidencia de Alvaro Uribe Vélez se
priorizó en las entonces llamadas agendas prioritarias que sustituyeron a los
auxilios parlamentarios. En esa oportunidad, se lograron 8.000 millones de
pesos quedando el municipio de Neiva con el compromiso de aportar el lote para
la PTAR. Sin embargo, la alcaldesa de entonces logró cambiar la destinación de
los recursos comprometidos para la PTAR con el argumento de que resultaban
insuficientes, en lugar de procurar los faltantes. Los 8.000 millones
terminaron en pequeñas obras de alcantarillado en comunas favorables a la alcaldesa.
Hoy, 9 años después, la ciudad sigue contaminando el río Magdalena sin ninguna
vergüenza y la administración sumida en una controversia que parece no terminar
sobre el sitio de ubicación de la PTAR o una alternativa para el tratamiento de
aguas residuales mediante lagunas de oxidación, una tecnología que se decidió
hace casi 30 años que recibió fuerte oposición porque se ubicaban en áreas de
posterior urbanización como en efecto ocurrió pero de manera informal y
marginada, alentada entonces por la personería municipal, la primera
urbanizadora pirata de la época. Mientras esto ocurre, vale recordar que a
comienzos de la década del dos mil, los
huilenses asumimos el compromiso de ser “el corazón verde de Colombia”. ¿Ya lo
olvidamos?
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