UBER: MÁS RETOS QUE AMENAZAS
Germán
Palomo García
Los taxistas de
Bogotá, al igual que los de varias ciudades en el mundo, han rechazado la
presencia de UBER, un software aplicado al servicio público de taxis que lo ven
como una gran amenaza. Sus operadores se defienden argumentando que no son
taxistas sino creadores de un aplicativo que tiene sus exigencias tecnológicas
y sobre todo, eleva considerablemente el precio de este servicio público,
factor este que lo hace una competencia completamente distinta, por ejemplo, al
moto taxismo ruinoso y denigrante. El caso resulta muy interesante para todos, no
solo para los taxistas. En primer lugar, si el usuario está dispuesto a pagar
más por un servicio de taxi es porque está recibiendo un mal servicio. La
reciente extradición de los siete taxistas involucrados en el asesinato del
agente norteamericano de la DEA es un botón de muestra de la clase de taxistas que se han infiltrado en esta
actividad perjudicando la imagen de este transporte público. ¿Por qué los taxis
se han entregado a jóvenes conductores en su mayoría sin formación e
irresponsables con su vehículo y, por supuesto, con el pasajero? ¿Por qué las
empresas de transporte, que tienen la posibilidad de mejorar el servicio no lo
han hecho y tienen que salir a protestar en lugar de responder con un mejor
servicio? La respuesta está en la estructura de este negocio. La mayoría de
taxistas no son propietarios del
vehículo sino arrendatarios burlándoseles los beneficios de ley. Uno solo, el
señor Uldarico Peña, supuesto Rey de El Dorado, se dice dueño de una gran flota
de taxis y no reconoce prestaciones sociales a ninguno de sus conductores y sí
los obliga a realizar todas sus gestiones a través suyo. Lo que el gobierno
debe hacer es obligar a quien use UBER a convertirse en taxistas. No hacerlo es
generar informalidad en el servicio que no puede estar por fuera de los
controles oficiales. En esto tienen razón los taxistas que protestan. El
resultado parece ser la creación de taxis blancos de estrato alto que ojalá
toque algo más de este negocio como el excesivo costo del cupo de taxi (más
alto que el valor del vehículo, en beneficio de los magnates). Vale recordar
que los blancos no serán nuevo: Hace 30
años existían taxis blancos en el Hotel Tequendama, exclusivos para transporte
de pasajeros al aeropuerto El Dorado y de éste hasta el hotel. Lo que se
impondrá cubrirá toda la ciudad empujando los precios al alza y exigiendo mejor
servicio que lo calificarán los usuarios quienes resultaremos ganadores, sin
duda. Taxistas, hay que ser creativos antes que contestatarios.
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