LECCIONES DE LA SELECCIÓN
Germán
Palomo García
El
extraordinario comportamiento de la selección Colombia en el mundial de fútbol
en el que por primera vez llegamos a cuartos de final, no solo produjo una gran
euforia sino que nos brindó varias lecciones. La primera: El fútbol logró
movilizar al país hacia un objetivo común: Alcanzar la mejor figuración sin
descartar el campeonato mundial. Absolutamente todos los colombianos nos
identificamos con ese equipo que antes de viajar a Brasil no llevaba buenos augurios
aunque los resultados de las eliminatorias fueron buenos pero no nos alcanzaba
para pronosticar lo alcanzado. Esta movilización es producto del liderazgo ejercido
por estos alumnos de Peckerman que borraron la polarización que el país
mostraba apenas un mes atrás por la contienda electoral y comprobó que la gente
sí está dispuesta a seguir a un verdadero líder. Lo que pasa es que no existe
un líder que genere tal movilización. En este aspecto, el país ha retrocedido.
No se ve un líder ni político ni social. Por el contrario, la corrupción
rampante en la que todos participamos de alguna manera (recibiendo mermelada o
birlando los recursos del Estado o, simplemente, aceptándola sin hacer algo por
acabarla) aleja a los electores a la espera de una tercería (no la tercera vía
que vuelve a promover el presidente reelecto) que nunca llegará a menos que
provenga de un movimiento real de indignados o “emputados” en términos de María
Jimena Duzán. La segunda lección es el trabajo en equipo como una real solución
en los tiempos actuales de globalización y alta competencia imposible de
enfrentar con los individualismos que nos caracteriza. Individualmente, estos
jugadores no son mejores que el Pibe Valderrama, el Tren Valencia o el Tino
Asprilla. Pero a sus habilidades, James Rodríguez, Cuadrado, Armero y Ospina,
para citar a los más destacados, le agregaron trabajo colectivo y sentido de
equipo que nunca se vio en ninguna selección Colombia en ninguna época.
No obstante, que
quede claro que aunque hayamos registrado una extraordinaria asistencia a la
recepción a nuestros héroes como ya los bautizamos como colofón de las masivas
asistencias televisivas a los partidos, no podemos decir que el país está
unido. No, una cosa es una movilización y otra una unificación de criterios.
Por tanto, la lectura debe ser muy objetiva y la búsqueda de un líder debe
continuar. La única opción para un país diferente es actuar diferente, muy
diferente a lo que acaba de pasar en la escogencia de presidente, con dos
opciones que eran lo mismo a pesar de mostrarse distintos.
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