LA
ESCALADA DEL DOLAR
Germán Palomo García
La esperada alza del
dólar frente al peso colombiano vuelve a aparecer como una bendición para los
exportadores y una posibilidad de mejorar las cargas frente a los productos importados
en nuestro propio mercado. No es sorpresiva porque ya se sabía que la inversión
extranjera, que se había orientado a los países emergentes después de la crisis
del 2008 que llevó al gobierno norteamericano a alimentar la corriente
monetaria con 85.000 millones de dólares/día para estimular la economía lo cual
redujo considerablemente la tasa de interés en Estados Unidos y los principales
emisores, está regresando a los mercados líderes pues la Reserva Federal empezó
a bajar las emisiones monetarias a 65.000 millones de dólares y se espera que
continúe bajando de a 10 mil en 10mil en los siguientes días. La economía del
Tío Sam definitivamente se ha recuperado y el gran capital mira de nuevo hacia
Wall Street. El dólar, como mercancía que es, obedece a la oferta y la demanda
y se encarece cuando hay escasez como la que se produce cuando hay salida de la
divisa, que es lo que está pasando en el país con la baja de las acciones en la
bolsa como principal indicador. El pasado viernes alcanzó los 2.026 pesos por
dólar y en apenas mes y medio la divisa se ha revaluado 6% por lo que se espera
que supere la devaluación del 2013 pero no sobrepase los 2.200 pesos. No
podemos olvidarnos en este análisis de dos cosas: El superávit comercial de
Colombia es hoy menor porque en el periodo revaluacionista (desde 2010) las
importaciones inundaron nuestro mercado nacional aupado, además, por el inicio
de los TLC y, segundo, la crisis de la industria la ha mantenido distante de
los niveles de competitividad que requiere por lo que, de nuevo, el manejo
cambiario termina definiendo el futuro de la economía. Es decir, otra vez
comprobamos que seguimos fracasando en competitividad y por cuenta de la
devaluación nos volvemos más exportadores y menos importadores o, lo más
probable, se nos encarece el costo de vida por la imposibilidad de sustituir
importaciones que seguirán llegando. En otras palabras, los empresarios siguen
sin atender seriamente sus posibilidades de penetración de mercados o, en el
mejor de los casos, los planes de mejoramiento de sus niveles de competitividad
que se han iniciado desde los TLC´s, aún no rinden frutos.
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