viernes, 28 de febrero de 2014

ENVIDIA DE LA BUENA Germán Palomo García

ENVIDIA DE LA BUENA
Germán Palomo García
Al tiempo que el desarrollo de la infraestructura vial en Ecuador es admirada y destacada por la prensa colombiana no solo por los reales avances que comprobaron periodistas de la revista Dinero(No.437 de Enero 24 de 2014) sino por la forma como se han atendido los diferentes proyectos en términos de tiempo y valor, en el sur de Colombia y particularmente en el Huila se sufre por el exceso en la utilización de una vía que no ha sido habilitada para el transporte de crudo  en 300 tracto mulas/día que, de acuerdo con los representantes de los gremios reunidos para analizar el problema el pasado lunes, no solo está acabando con la troncal del sur sino que ha causado varias muertes a todo lo largo de los municipios por donde transitan y cambiado la tranquilidad de la población que ha visto prolongar el tiempo del trayecto entre Neiva y San Agustín con afectación para el turismo del sur del Huila en contradicción con lo que se espera de los programas de promoción de los sitios de interés turístico nacionales e internacionales.

Es claro que la causa es el atraso en la infraestructura vial, un problema  inveterado y que seguirá como tal mientras no sea priorizado por el gobierno. El sur nunca ha sido importante para los gobiernos centralistas. El gasoducto al sur, que costaba 20 millones de dólares para continuarlo desde El Hobo en 2005, nunca se realizó. Ahora nos están engatusando con la doble calzada Espinal Pitalito que apenas está en ciernes y, contrario al Ecuador, aquí todavía se terminan vías después de 50 años de planteadas (recordemos la vía al llano, Neiva-San Vicente). De nuevo aparece el tren como solución y ahí estamos peor: El país decidió, lamentablemente, darle la espalda al tren desde hace mucho rato y el último intento de conectar al Huila con La Dorada y de ahí al Atlántico desde Fortalecillas, fue abortada la licitación en 2006. Se requiere, entonces, un cambio radical de mentalidad para que el tren sea una realidad de aquí a 20 años. Conclusión: Hay que reclamar una solución inmediata que es la regulación del tránsito de las tracto mulas con normas claras y exigentes como el establecimiento de horarios especiales, límites de  velocidad a riesgo de que la corrupción aparezca. Cabe preguntarnos: Y las petroleras, que están haciendo por controlar esa amenaza rodante? Este daño ambiental debe tener responsables que asuman con seriedad el reconocimiento que nos corresponde. Pero ¡reclamando, no rogando!

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