EL
DEDO EN LA LLAGA
Germán Palomo García
El reconocido economista Armando
Montenegro, exdirector de Planeación Nacional ha llamado la atención sobre el
excesivo papel de esa oficina en el tema de las regalías hasta el punto de haber distorsionado su
tradicional consideración de ser el cerebro del país por lo que implican sus
actividades de planificación y proyección a corto, mediano y largo plazo. Ha
dado en el clavo el Economista Montenegro o, como titulé este comentario, puso
el dedo en la llaga pues la decisión tomada en el 2004 de crear en el DNP una
Dirección de Regalías para recibir las responsabilidades de la Comisión
Nacional de Regalías puso en sus manos actividades que no tienen nada de
planificación y sí mucho de control y decisiones subjetivas. Las regalías, como
recursos clave para la inversión, siempre han estado reguladas primero para
garantizar que se destinaban a las entonces llamadas coberturas básicas
mayoritariamente (60%) y ahora, bajo el nuevo SGR (Sistema General de Regalías)
que se inviertan y no se gasten pero sin mayor profundidad en su justificación
frente, por ejemplo, a otras alternativas de inversión lo cual implica un gran
conocimiento de las realidades de las regiones y del país y una articulación
con las oficinas territoriales de planeación. Se supondría que las OCAD
reemplazarían algunas de estas tareas pero, en realidad, aunque no se quiera
reconocer, la nacionalización de las regalías, que se refleja en la presencia
en los distintos OCAD a todos los niveles de los organismos nacionales o en las
decisiones finales sobre la inversión traslada las decisiones de la periferia
al centro. Una prueba de ello es la sustitución de inversión que antes se
apalancaba con recursos del presupuesto nacional y no de las regalías que
pertenecían a las regiones.
Aún es prematuro para saber si el
despilfarro de las regalías en las regiones, máximo argumento para modificar el
sistema, se eliminará con el actual SGR
pues el porcentaje de ejecución es bajísimo; pero el llamado de Montenegro, con
el que coincido, es rescatar lo que se le ha reconocido al DNP como institución
seria y de gran calado en la investigación y la formulación, aspectos en los
que parece estar siendo superada por otros centros del pensamiento. Una reforma
en este sentido es pertinente.
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