EPIDEMIA INVASIVA
Germán
Palomo García
El
mundo está hecho un caos. Lo que ya nos resultaba rutinario con la llegada a
costas italianas en barcazas repletas de miles de desplazados forzados por la
guerra, el hambre o la búsqueda de un futuro distinto al que les ofrece su
entorno cercano, desde hace un mes el
panorama se ha multiplicado no solo en número de inmigrantes sino en la
procedencia (Siria, de algunos países de Europa del Este y, por supuesto de
África) en diferentes medios de transporte: tren, camiones y por diferentes
rutas: Austria, Hungría y por ahí derecho a Alemania; ni la complicada Grecia y
Chipre se escapan a la horda de migrantes que en número superior a 200.000
están forzando a La Unión Europea a acoger, de manera proporcional previa definición
de cuotas, a estos invasores que han generado un nuevo gran problema a la ya
complicada Europa.
Hay
que decir que las antiguas colonias europeas parecen cobrar, con mayor fuerza,
los años de constreñimiento económico pero también, la geopolítica reciente
generada por el fin del comunismo y el reacomodamiento de sus modelos socio económicos
no está logrando comprensión en la población de estos países sobre el necesario
largo plazo que exigen decisiones de esta magnitud. Sin embargo, la lección más
grande es que nadie está dispuesto a seguir alimentando la tremenda desigualdad
e inequidad recientemente destacada por Piketty en su afamado libro “El Capital
en el Siglo XXI” y fuerza a decisiones más rápidas y menos técnicas así el
problema simplemente se desplace.
Sin
embargo, no podemos ver el problema tan lejano a nosotros. Hace poco
desplazados y campesinos se tomaron el ministerio de Agricultura pidiendo
cumplimiento de promesas. La semana pasada, otro grupo de desplazados se tomó
el puente aéreo en Bogotá forzando soluciones a dineros ofrecidos no recibidos.
Guardadas proporciones, la motivación es muy similar: Desespero, afugias y búsqueda de soluciones rápidas con un enfoque
estrictamente personal. Esta realidad rompe cualquier esquema económico, social
y fiscal. Este último es el que menos margen de maniobra tiene no solo por la
limitada disponibilidad de recursos (Grecia, España y Colombia son buen ejemplo
de ello) sino porque no puede disponer de los mismos sin afectar otros
programas y generar más problemas. ¡Bonito dilema!
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