INCULTURA E INFORMALIDAD
Germán
Palomo García
Resulta
inconcebible el argumento que se lee en los informes de prensa sobre el problema del mototaxismo en Neiva en
cuanto a que los protagonistas de este servicio ilegal están agremiados y
desean ser reconocidos como prestadores del servicio público de transporte como
los buses y taxis. Es como si se pretendiera replicar el reconocimiento a la
guerrilla de las FARC en las conversaciones de Paz de La Habana. Las malas
copias nunca serán buenas y la autoridad no puede facilitar que el desorden y
la informalidad terminen imponiéndose a la fuerza. Varios ejemplos permiten
lanzar un toque de alarma sobre lo que está pasando en la ciudad capital del
departamento, además del crecimiento desbordado del mototaxismo, producto de la
parsimonia con que se atienden estas realidades desde hace mucho rato: El
irrespeto al semáforo en rojo por motociclistas y taxistas y unos cuantos
conductores particulares que se traduce en más accidentes de tránsito en muchos
casos con pérdidas de vida; las motos que transitan sin luces en las noches
(increíble: ¡en las noches!) lo hacen abiertamente sin que un policía de
tránsito lo impida. A esa hora no hay uno en servicio; sobre la avenida Buganviles hay más de seis puntos
de quiebre del separador de las calzadas creados por los motociclistas para
tomar las carreras o cambiar de sentido. Nada pasa. Estos ejemplos, en
realidad, son demostración de un bajo nivel cultural de los habitantes de la
ciudad y una alta permisividad de las autoridades. Aquí vale pensar en la
estrategia de Singapur que es muy exitoso en la aplicación de las multas pero
destina los ingresos a culturizar a los conductores y peatones. Resulta
desalentador observar todos los días este comportamiento en mi ciudad. El
Alcalde Suárez ha anunciado medidas contra el mototaxismo y ojalá lo controle,
como primera reacción, y luego lo elimine. Es tan perjudicial este problema que
el éxito que reclama el Presidente Santos queda superado por la informalidad.
Mostrar que Medellín es la ciudad con menos informalidad pero con un nivel de 43%
no es ningún triunfo. Pensar que con este comportamiento de los neivanos irrespetando las normas de tránsito y a sus
congéneres sin que nada pase vamos a atraer gente competitiva o los
inversionistas que necesitamos es, sencillamente,
utópico. Como le he dicho varias veces,
aquí necesitamos muchos Mockus pero al interior de cada neivano porque el
problema es una combinación peligrosa de incultura, inaplicabilidad de las
normas de convivencia y complacencia por inacción de la autoridad. Pareciera
que el tema se ve de poca monta.
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