miércoles, 23 de febrero de 2011

EL TEATRO DE LO ABSURDO

Germán Palomo García

Así podrían titularse las distintas escenas que se observaron y sufrieron por nosotros los colombianos provocadas por el paro camionero. Vamos por partes: Absurdo que se hubiera gestado un paro por una tabla de fletes que nadie respeta ni hacia arriba ni hacia abajo pero que los camioneros argumentaban como inamovible en sus planteamientos. En el fondo, lo que los camioneros como todos los que supuestamente comprenden la necesidad de ser competitivos, estaban defendiendo era la garantía de un flete mínimo en contraposición a los dictados del mercado que no entiende de decretos ni normas sino de la única regla que impera: La oferta y la demanda con todas sus imperfecciones. Y más en el fondo, lo que se juega es la obligación de los empresarios de utilizar el parque automotor existente sin que los presione a mejorar el servicio renovando los vehículos y controlando la piratería que ellos conocen muy bien y que son los únicos que lo pueden hacer. Los fletes los echan hacia abajo los que desconocen los costos de operación del negocio, no los que invierten en mejorar su oferta. Igual a lo que ocurre con el moto-taxismo. Escudados en la necesidad de empleo se pretende “informalizar” la prestación del servicio público de movilización. Lo que muestra esto es que no estamos preparados, ni nos interesa estarlo, para ser competitivos. En todo caso, la tabla de fletes no va más y solo hasta ahora las partes empiezan a preguntarse por qué paramos. Otro absurdo es que se hubiera incluido la amnistía para los comparendos con vencimientos mayores a tres años. Si estos, según el gobierno, prescriben a los tres años, con mayor razón no debieron ser parte de la negociación pues es un asunto de Ley. Y, para completar, el absurdo de un gobierno enfrentado a nivel ministros con el vicepresidente; a nivel nacional con el de Bogotá, ¡qué mal espectáculo! Conclusión: Los colombianos estamos expuestos a que nuestros derechos, como los de la libre movilización nos sean desconocidos por cualquiera y por cualquier razón. ¿O será que nos toca ir a paro para que se entienda que los derechos de unos van hasta donde empiezan los derechos de los otros?

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