sábado, 26 de diciembre de 2009

MENSAJES DESDE DUBAI

La reciente declaratoria de suspensión de pago de su deuda externa por DUBAI, uno de los Emiratos Árabes Unidos, que puso a temblar al mundo financiero, muy sensible a estos descalabros después de la quiebra de Lehmann Brothers que dio inicio a la actual crisis financiera mundial nos da, en realidad, muchas lecciones, incluso a nosotros los huilenses, ¡quien lo creyera! Todos hemos visto los mensajes por internet que dan cuenta del cambio espectacular de Dubai: El único hotel siete estrellas, las islas en forma de palmera construidas artificialmente, los rascacielos que nacen de la noche a la mañana, la versión árabe de Disneylandia, la creación de una estación de invierno en plena aridez del desierto, en fin, la opulencia en grado sumo. Lo que nadie se preguntaba era de dónde salía el dinero para semejantes excesos versallescos porque se daba por descontado que el petróleo era la fuente principal. Y el argumento para todo esto era simple: Dubai no puede depender eternamente del petróleo porque este es una fuente no renovable y cuando se agote (que según estudios empezará a declinar en el 2017) el país debe tener una infraestructura que atraiga la inversión y mantenga los niveles de vida alcanzados. Lo que no se sabía era que Dubai estaba acumulando deuda a través de una corporación Estatal pero con capital independiente encargada de todas estas transformaciones como única inversionista en lugar de atraer a otros inversionistas como es tradicional en todo el mundo. Con esto, lo que atrajo Dubai fue contratistas, no inversionistas y semejante modelo tenía que reventar. Los mensajes: 1.- Sí hay que tener el don de la anticipación para reaccionar oportunamente sobre todo, como nos pasa aquí en el Huila, cuando con suficiente margen nos están diciendo que las regalías del petróleo en corto tiempo empezarán a declinar (2013, en nuestro caso). 2.- Pero el Estado no está obligado a ser el único inversionista aunque sí el líder que señala el camino para una nueva base productiva menos, mucho menos, dependiente de las regalías. 3.- Hay que atraer inversionistas, no contratistas y el sector privado tiene que fortalecer su posición como protagonista de la gestión económica y empresarial en los sectores en los que su presencia es insustituible aunque puede complementarse con otros recursos, incluso de cooperación internacional. Hasta ahora lo que se ve en nuestro departamento es una exagerada injerencia del sector público a nivel territorial que reemplaza la iniciativa privada quedando esta relegada a la espera de que sea el recurso público el que “salve la papeleta”, olvidándose de leer el entorno lo que sí hacen los que vienen de fuera sin las costumbres que hemos acumulado en nuestra propia parroquia. No se puede olvidar, como parece empezar a vivirlo Dubai, que el fracaso no conoce de solidaridad.

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