TRAGEDIA SANTA
Germán Palomo García
La semana Santa que acaba de pasar trajo
un cúmulo de malas noticias: La partida final de Gabriel García Márquez, GGM, la trágica
desaparición del cantante Cheo Feliciano y la dolorosa muerte del ex - ministro
Andrés Uriel Gallego, uno de los denominados ministros estrella del periodo
Uribe Vélez. Todos decidieron dejar la
morada terrenal para alcanzar la eterna entre el jueves y el viernes y, dada su
indudable influencia en su campo de actividad causaron un profundo impacto en
el mundo de las letras, la música y la política. Por supuesto, la noticia bomba
y el impacto mayor estuvo a cargo de GGM, el más universal de todos los colombianos,
creador del realismo mágico enmarcado en el mundo de Macondo y por mucho tiempo
estaremos escuchando muchas de sus numerosísimas anécdotas “mamagallísticas”
que lo caracterizaron en cualquier escenario.
A pesar de estos hechos
de los que no pudimos, ni quisimos, sustraernos, en esta Semana Mayor
confirmamos que una verdadera tragedia, aunque con diferentes connotaciones, nos
sigue acompañando a los opitas: El atraso, cada día más evidente, en la
transformación de nuestros escenarios turísticos en productos turísticos
sólidos y competitivos. Cada año, por esta época, los que nos visitan,
simplemente confirman nuestro retroceso urbanístico en la capital y sus
alrededores. Un botón sirve de muestra: Es lamentable que en el comienzo de la
ruta Neiva- El Juncal- Palermo, se lea un aviso de advertencia sobre el mal
estado de la vía. Y en realidad, en el trayecto comienza el juego de evitar el
máximo número de huecos, lo que nos lleva de derecha a izquierda y de izquierda
a derecha. No encuentra uno justificación distinta a la desidia del gobierno
nacional por atender esta zona, clave para la actividad turística, pues no se
está realizando ninguna obra en la vía. Y llegar a Palermo sí que resulta
ingratamente impactante: Un pueblo en obra negra, con vías a medio hacer,
polvoriento y desordenado y con un malecón que supuestamente le cambiaría la
cara al municipio, que pasa desapercibido y que ya muestra visos de elefante
blanco. Será que aún no tenemos conciencia del papel que podemos jugar como
destino turístico que poco o nada estamos haciendo para ello? La tragedia,
entonces, se vuelve humana. ¡Que tristeza!
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