EL
MUNDO ES OTRO
Germán Palomo García
Una reciente visita de una
delegación colombiana de funcionarios de gobierno y empresarios a Moscú
demostró que el mundo de los negocios cambió radicalmente en esa parte del
mundo. Atrás han quedado los intercambios de productos mediante trueque y el
“dólar clearing” como moneda de cuenta entre los países. Por supuesto, el
famoso en la década de los setenta CAME, Consejo de Ayuda Mutua Económico, una
integración de los países de la entonces cortina de hierro y el encargado de
distribuir los planes de producción de los productos priorizados como
estratégicos para el sistema económico del Este.
La entrada al capitalismo de Rusia
y el fin de la Unión Soviética, hace que los argumentos de negociación sean la
competitividad y la oferta de productos de interés para los rusos. De acuerdo
con el informe de la visita, reproducido por El Espectador el domingo pasado,
seguimos exportando banano, café y sus derivados y flores pero ya no aparece la
carne a pesar de que los rusos tienen una gran demanda de estos productos
siendo surtidos por Argentina y Uruguay dada la inconsistencia de Colombia en
este campo. En todo caso, el valor de las exportaciones es muy bajo: 118.7 millones de
dólares, que no guarda relación con las posibilidades en este mercado. Del lado
de las importaciones de Colombia de productos rusos, el cambio es más
dramático. Importamos Calzado (2 millones de dólares), además de tractores,
productos agroindustriales y mineros y derivados del petróleo. ¡Imagínense!
Calzado cuando nunca la antigua URSS se destacó por ser productor de bienes de
consumo y el calzado, particularmente, lo importaban de Polonia en los años 80
con muy cuestionable calidad. La urea siempre se ha importado de Rusia al igual
que la maquinaria agrícola. La balanza comercial es negativa para Colombia ya
que importamos 360.8 millones de dólares, tres veces más de lo que les vendemos.
Pero hoy el interés de los rusos es ingresar a los mercados financieros y a la
informática, algo inexistente entonces. Claro, los nuevos millonarios rusos y
la influencia del mercado de capitales ha entrado fuerte no solo al mercado
local sino que se expande por la gran capacidad del nuevo capital. El mensaje
es observar estos comportamientos porque hoy, para citar un ejemplo, hay
interés de los rusos por el ensamblaje de vehículos, algo que intentó concretar
Julio César Cabrera hace 20 años y no lo logró. El mundo cambió,
¡definitivamente!
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