OTRA
VISIÓN SOBRE LA POBREZA
Germán Palomo García
El gobierno nacional, tan dado por
estos días a destacar cifras como resultado de su gestión, publicó, comenzando
este 2013, las cifras de pobreza sobre las cuales considero válido hacer
algunas precisiones particularmente con las cifras del Huila, nuestro
departamento. Vale la pena recordar que las cifras de pobreza publicadas se
refieren a la llamada pobreza monetaria, es decir, la que se resuelve por
ingresos lo cual explica los resultados de la excesiva concentración. En 2006,
la MESEP (Misión para el empalme de las cifras de empleo, pobreza y
desigualdad) modificó la metodología de medición de la pobreza al pasar de la
Encuesta Continua de Hogares (ECH) a la Gran Encuesta Integrada de Hogares
(GEIH). Las nuevas cifras fueron oficializadas 3 años después, por lo que en la
serie 2002 -2011 no aparecen las cifras de 2006 y 2007. Con este cambio, la
pobreza en el país se redujo 2.4 puntos porcentuales (p.p.) mientras la del
Huila se aumentó 2.4 p.p. ampliándose la brecha entre el Huila y lo nacional
4.8p.p. Desde el 2008, esta brecha se ha mantenido por encima de dos dígitos y
la diferencia más baja ha sido la cifra de 2011: 14.1p.p. (La mayor, la del
2002: 19.8p.p. en el 2008 la cifra fue 16.5p.p.). Esta comparación de las cifras
del Huila con las de la Nación confirman lo que el mismo DANE reconoce: La
tremenda desigualdad de las cifras entre departamentos. Si uno analiza individualmente
los resultados, no se explica como la pobreza nacional haya sido 34.1% cuando la
mayoría de departamentos están muy por encima de este guarismo y apenas 8
departamentos están por debajo, incluida Bogotá. Hay que decirlo claramente:
Colombia, país de regiones no se sustenta ni en lo social ni en lo económico.
El centralismo continúa ganando. Esto se confirma con el coeficiente GINI en el
que el Huila es el cuarto departamento más desigual: 0,555.
En suma, la situación
del departamento amerita otra atención. Somos el octavo departamento con mayor
pobreza, el sexto con mayor pobreza extrema y el cuarto con mayor desigualdad
por ingresos. Mientras, nos damos el lujo de navegar sin timonel, gobernar a
distancia y dirigir por encargo sin ponderar las realidades que las mismas
cifras oficiales nos muestran.
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