LOS
MÉDICOS TAMBIEN SE MUEREN
Germán Palomo G.
En un primer escenario,
la liquidación de INTERBOLSA, la comisionista estrella del mercado bursátil
colombiano, definida por el gobierno se debió a la imposibilidad de cancelar
una obligación bancaria por 20.000 millones de pesos, valor que había prestado
bajo la modalidad de “repos”, es decir, crédito para invertir en acciones que
quedan en garantía del acreedor pero con la obligación de que este las devuelva
al deudor quien asume total responsabilidad por la operación. Ahora, ¿por qué
incumplió INTERBOLSA, una firma que durante 22 años conformó una organización
respetable responsable del 27% del total de negocios bursátiles en Colombia? Según
los primeros argumentos, el presidente de la corredora de valores se empeñó en
apropiarse de Fabricato para lo cual buscó un apalancamiento que generó un
incremento en repos de 100.000 a 300.000 millones y un aumento del valor de la
acción de 214% en el año pasado, según las notas de prensa, sin ningún
fundamento. Lo que en realidad ocurrió fue lo contrario: Una baja de la
valorización de la textilera que no hizo posible la realización de las “repos”
con las ganancias acostumbradas llegando al descalabro conocido y sorpresivo
para todos. Si no se demuestra que la comisionista actuó dolosamente, lo cual
apenas empieza a analizarse, se trató de un lamentable error de apreciación del
comportamiento del mercado que arrastrará a miles de inversionistas que son
tenedores de acciones de INTERBOLSA cuyo valor cayó de $2.800.oo a $900.oo en
los últimos seis meses y que más tarde valdrán muchísimo menos. Con este
descalabro surge de nuevo el fantasma de los negociados financieros como
aparecieron en la crisis de los ochenta con las triquiñuelas del fallecido
Jaime Michelsen Uribe y más recientemente con las famosas pirámides, y se
cuestiona a la autoridad financiera colombiana (la Bolsa de Valores, la
superintendencia financiera, el autorregulador del mercado financiero y el
propio ministerio de hacienda) que de nuevo quedan en la picota pública. Lo
mejor que puede pasar en este caso es comprobar que se trató de una mala
gestión así las consecuencias sean igualmente desastrosas antes que demostrar que
se incurrió, otra vez, en un engaño y un aprovechamiento. De no ser así, la
confianza inversionista sufrirá un duro revés.
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