jueves, 22 de noviembre de 2012

LOS MÉDICOS TAMBIEN SE MUEREN Germán Palomo G.


LOS MÉDICOS TAMBIEN SE MUEREN
Germán Palomo G.

En un primer escenario, la liquidación de INTERBOLSA, la comisionista estrella del mercado bursátil colombiano, definida por el gobierno se debió a la imposibilidad de cancelar una obligación bancaria por 20.000 millones de pesos, valor que había prestado bajo la modalidad de “repos”, es decir, crédito para invertir en acciones que quedan en garantía del acreedor pero con la obligación de que este las devuelva al deudor quien asume total responsabilidad por la operación. Ahora, ¿por qué incumplió INTERBOLSA, una firma que durante 22 años conformó una organización respetable responsable del 27% del total de negocios bursátiles en Colombia? Según los primeros argumentos, el presidente de la corredora de valores se empeñó en apropiarse de Fabricato para lo cual buscó un apalancamiento que generó un incremento en repos de 100.000 a 300.000 millones y un aumento del valor de la acción de 214% en el año pasado, según las notas de prensa, sin ningún fundamento. Lo que en realidad ocurrió fue lo contrario: Una baja de la valorización de la textilera que no hizo posible la realización de las “repos” con las ganancias acostumbradas llegando al descalabro conocido y sorpresivo para todos. Si no se demuestra que la comisionista actuó dolosamente, lo cual apenas empieza a analizarse, se trató de un lamentable error de apreciación del comportamiento del mercado que arrastrará a miles de inversionistas que son tenedores de acciones de INTERBOLSA cuyo valor cayó de $2.800.oo a $900.oo en los últimos seis meses y que más tarde valdrán muchísimo menos. Con este descalabro surge de nuevo el fantasma de los negociados financieros como aparecieron en la crisis de los ochenta con las triquiñuelas del fallecido Jaime Michelsen Uribe y más recientemente con las famosas pirámides, y se cuestiona a la autoridad financiera colombiana (la Bolsa de Valores, la superintendencia financiera, el autorregulador del mercado financiero y el propio ministerio de hacienda) que de nuevo quedan en la picota pública. Lo mejor que puede pasar en este caso es comprobar que se trató de una mala gestión así las consecuencias sean igualmente desastrosas antes que demostrar que se incurrió, otra vez, en un engaño y un aprovechamiento. De no ser así, la confianza inversionista sufrirá un duro revés.

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