martes, 26 de junio de 2012

EL VERDE ESPERANZA


EL VERDE ESPERANZA
Germán Palomo García
La cumbre Río +20 que inicia hoy en Río de Janeiro después de 20 años de realizada la primera, esboza de entrada dos planteamientos alentadores para el futuro del planeta: Uno, la propuesta colombiana de crear unos Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, a semejanza de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODM, que siguen vigentes y midiéndose en todo el mundo con el liderazgo de la ONU (PNUD) y el segundo, un nuevo indicador, el Índice de Enriquecimiento Inclusivo, para medir la riqueza de las naciones pero no solo con el tradicional Producto Interno Bruto, PIB, sino, además de este con el capital natural y el capital humano para establecer la correlación entre desarrollo y aumento o disminución de sus capitales natural y humano.
El planteamiento colombiano es una invitación clara a la evaluación permanente de los avances de los países en la reducción del deterioro ambiental, una variable que aparece crítica en todo el mundo y su ejemplo más claro es el cambio climático con consecuencias enormes para el planeta. Al igual que los ODM,  los ODS servirán para hacerle seguimiento al papel real de los países frente a sus responsabilidades ante el futuro del mundo pero no garantiza que la sostenibilidad se alcance si los indicadores utilizados no sirven para priorizar las inversiones en materia ambiental. En los ODM hay avances pero no suficientes. Sin embargo, la herramienta es válida y ojalá sea acogida en esta cumbre de Río+20.
El nuevo indicador facilita identificar si el desarrollo de un país o de una región se está logrando a costa del capital natural o a costa del capital humano. Lo que presentó la ONU para sustentar su propuesta de indicador es aterrador: 19 de 20 países tomados como muestra presentan una reducción alarmante de sus recursos naturales sin que las condiciones sociales hayan mejorado. En materia de regiones, solo en el Huila encontramos ejemplos preocupantes que tomamos como muestra: La explotación petrolera en el área protegida de Miraflores, que se está planteando suprimirla, los controles estrictos al proyecto El Quimbo y los sistemas de protección no sostenibles que aún tenemos nos indican que aquí también tenemos que aplicar las nuevas propuestas. Si no se acogen, con las actuales se puede. Razón se tenía cuando se tomó el propósito de ser el Corazón Verde de Colombia, que aún está por cumplirse.

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