martes, 26 de abril de 2011

PADECIMIENTOS EN EL QUIMBO

He sido partidario del proyecto hidroeléctrico El Quimbo por muchas razones, la principal, por alentar la economía regional y generar valores agregados importantes en varios sectores del PIB departamental. Pero no puedo estar de acuerdo con el trato dado al personal que ya está trabajando y, particularmente, a los huilenses que han contado con la suerte de vincularse al proyecto. De buena fuente, me han comentado del maltrato de un ingeniero argentino que a “madrazo limpio” y con gran entonación se refiere a sus subalternos en cualquier escenario. En general, la generación de italianos que llegó al proyecto, así sea la misma empresa Impregilo que construyó Betania, es de más baja condición social que sus antecesores así sean igual o más expertos, lo cual no puede aceptarse pues no basta con ser buen profesional pero un mugre como persona.
Con relación a la vinculación de los opitas, me cuentan que se han vinculado personas de otras regiones a las que les pagan más que a los huilenses y, además, les reconocen otros gastos como alimentación y movilización, que no les reconocen a los huilenses y les pagan mucho menos. Esto en cargos no especializados o, por lo menos, en cargos en los que es posible encontrar huilenses capacitados para adelantar exitosamente estas responsabilidades. El caso de la jefe de personal es un ejemplo; Además de no ser oriunda del Huila se ha traído a toda sus relacionados desconociendo completamente las oportunidades que, suponíamos, el proyecto brindaría a los nuestros. Por supuesto que no estoy alentando un falso regionalismo sino abogando por lo que llamo opciones justas para los oriundos de los lugares donde se construyen proyectos con beneficio local y regional. Lamentable que esto ocurra pero más lamentable sería que las directivas les dieran la razón a quienes se han opuesto al proyecto desde distintos tópicos. En donde está la dirigencia local para exigir un mejor trato antes que aceptar las migajas que puedan provenir del proyecto. Las épocas de esclavitud y en las que la gente aceptaba todo agachando la cabeza ya se acabaron y la confianza inversionista no contempla la sumisión como condición para incentivar la inversión extranjera. Qué pena que en plena Semana Mayor me refiera a estos temas pero, a lo mejor es uno más de las reflexiones que los humanos debemos hacer, no importa su nacionalidad.

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